Nos autoconvocamos, asambleas y grupos de los
pueblos que luchamos por la Vida
y el Territorio, contra el Saqueo y la
Contaminación del modelo extractivo.
Megaminería, sojización, depredación del agua, explotación de los
cuerpos, son caras de la misma moneda.
Creemos en la unión de las fuerzas, en el intercambio de saberes y
experiencias de todas las luchas. Creemos en el respeto a todas las voces, en
darnos lugar y confianza, en construir eso que llamamos horizontalidad, sin
alguien de arriba que nos diga qué hacer.
Estamos en un momento de máxima agresividad del modelo extractivo. A
nivel global, con guerras constantes, lideradas por la OTAN, disputando las
extracciones de petróleo, gas y minerales estratégicos. A nivel
latinoamericano, en lo que claramente es una nueva oleada colonizadora sedienta
de lo que el primer mundo llama “recursos naturales”, y nosotros preferimos
llamar BIENES COMUNES, BIENES DE TODA LA HUMANIDAD. Y en nuestro país,
megaminería, agronegocios, shale gas, petróleo no convencional, acaparamiento
de agua y más, con fuertes consecuencias contaminantes y muertes con nombre o
sin nombre.
¿Por qué asambleas? Porque es una de las milenarias formas de
resistencia del ser humano ante la opresión: reunirse, escuchar todas las
voces, pensar grupalmente, tomar decisiones. En la historia cercana, fueron
asambleas las reuniones piqueteras sobre la ruta en los 90, fueron asambleas
las reuniones que buscaron un camino en la crisis de 2001, fue asamblea la de
Esquel en 2003 para enfrentar a la Meridian Gold. Pero desde los inicios de los
tiempos, los pueblos originarios han festejado el círculo comunitario como
espejo del cosmos que nos contiene y habita.
No planteamos el asambleísmo por oposición a tal o cual organización que
se organice distinto. Lo planteamos por oposición al individualismo, al
autismo, a la marginación que ejerce el sistema hegemónico actual, donde el ser
se diluye en el consumo, y nadie escucha lo que ya nadie dice cansado de que
nadie escuche.
Asamblear el mundo es otra forma más, necesaria, de derribar los
autoritarismos y recuperar las relaciones. Ir a la asamblea es informarse,
tomar conciencia, recuperarse, emanciparse, transformarse, construir.
Y las asambleas multiplicadas en resistencias concretas (esquel salvando
su montaña en 2003, Famatina frenando a la Barrick en 2004, gualeguaychú
concientizando sobre la avanzada sobre el litoral, por citar algunos ejemplos)
confluyeron en 2006 en Colonia Caroya y se unieron y simplemente
(esforzadamente) nació lo que ya había nacido, la Unión de Asambleas
Ciudadanas, que reunión tras reunión ya hemos forjado 18 encuentros y vamos por
el 19, a los que hay que sumar innumerables foros, encuentros regionales,
videos, folletos, afiches, charlas, viajes, cortes de ruta, juicios, películas,
redes, prisiones, vidas salvadas, y muertes que son de todos, como la última
sufrida, la de miguel Galván, integrante del MOCASE, integrante del MNCI,
integrante de la UAC, integrante de la Argentina, ser humano.
Y que pasó del 2006 hasta hoy en estos apenas 6 años de vida de la UAC?
Muchas cosas, impensadas allá. Vendría el desastre de Fukushima, y a pesar de
eso nuestro país relanzaría el plan nuclear Argentino, y seguiría apostando a
la extracción de Uranio a pesar de sus terribles efectos contaminantes, que hoy
atestiguan (por ejemplo) Sierra Pintada en San Rafael o Los Gigantes en
Córdoba. Vendría conocer los temibles efectos del fracking, a pesar de lo cual
YPF se propone e inicia aquí esa actividad. Vendría la continuación de los desmontes
acompañada de asesinatos de campesinos y de fumigaciones cada vez más letales,
para sostener el cultivo de transgénicos, y para atraer nada menos que a
Monsanto, la corporación más temida del mundo. Vendría una serie de violaciones
a los DDHH en cuanto a las limitaciones al derecho a protestar (Ley
Antiterrorista), con visto bueno para represiones provinciales a las asambleas.
Vendría la violación de leyes por parte de los estados, como es le caso de San
Luis, donde se permiten proyectos mineros a pesar de una ley que los prohíbe.
Vendrían nuevas formas de “parches” o “seducciones”, para seguir tranquilizando
a sectores o grupos. Vendría más consumismo. Vendría más del river-boca del k
versus anti-k, como si la realidad fuera tan sólo de dos colores.
Pero vendría también el colapso del monstruo, sus señales de mayor
caída, con los países centrales eligiendo estafar a sus ciudadanos para cuidar
sus bancos. Y vendría, en la Argentina, cada vez más resistencia y
organización, y nuevos plebicistos ganados por sus pueblos, y marchas
multitudinarias por la dignidad de un futuro con agua pura, y juicios a
contaminadores, y nuevas leyes –como la ley de glaciares- arrancadas a la
corrupción e ineptitud, y cada vez más conciencia de la necesidad de una nueva
forma de producción y consumo, como búsqueda de justicia y de una lógica
social, económica y política respetuosa del equilibrio ecológico e integradora
de los seres humanos con la naturaleza.
Hoy existen en Argentina centenares de Asambleas de Vecinas y Vecinos
Autoconvocados. Son, en este momento, un emergente social distintivo, aunado a
grupos y movimientos, algunos más nuevos, otros más antiguos, conformando uno
de los espacios de construcción política más libres y resistentes del mundo. No
hemos inventado nada, no hemos abandonado ninguna buena idea. Queremos aportar
nuestra energía al cambio posible, y ofrecemos algo nada despreciable: un
espacio fértil, una suma de fuerzas, una red resistente e infinita.
Es la red que no es ambientalista, aunque lo medios etiquetadotes se
esfuercen en rotularnos. Ambientalistas, según nuestra constitución, ya somos
todos. El movimiento de Asambleas y grupos de la UAC es socioambiental, porque
asume a la sociedad como parte del mundo todo, y aspira a una interacción con
la naturaleza que sea superadora, justa, potente, humilde. Hacemos nuestro el
desafío de parar de crecer, si crecer es la mentira del capitalismo actual.
Hacemos nuestra la propuesta campesina de enfriar el planeta produciendo
alimentos sanos con gente en el campo y sin envenenar ni a productores ni
consumidores. Hacemos nuestra la propuesta de la agricultura urbana, hasta
tanto podamos organizarnos para volver a los campos. Hacemos nuestra la idea de
trabajo como evolución, aunando nuestra sed de libertad con quienes hoy son
explotados y alienados por la maquinaria consumista. Hacemos nuestro el
progresismo real, plasmado en el crecimiento de libertades civiles y
manteniendo el rechazo a los nuevos controles sociales. Hacemos nuestra la
posibilidad de que la tecnología sea un medio para cuidar y cuidarnos, y no
para destruir o someter.
Fue en Mendoza, en marzo pasado, en el encuentro 18 de la Unión de
Asambleas, que decidimos converger en San Juan, provincia acosada por la
megaminería, pero habitada por poblaciones que no se rinden.
Es que es allí, en cada ejemplo concreto, en cada hilo de agua salvado,
en cada dignidad levantada, que el ser revive y recuerda que el aire y el agua
pueden ser puros, y que defenderlos no debe ser causa de cárcel o muerte.
Defender la vida es causa de abrazo, de alegría, de pensar un futuro juntos. En
eso estamos, a eso invitamos, es una realidad en marcha.
19 Encuentro de la Unión de Asambleas Ciudadanas: Agua, Tierra, Trabajo!
24, 25 y 26 de noviembre 2012
http://asambleasciudadanas.org.ar/
pedir cronograma en: uacsanjuan@hotmail.com